Esta semana concluyó la semana Nobel, con eventos que mantuvieron a los laureados en constante actividad, antes de regresar a sus casas.
Magazín Latino tuvo la oportunidad de seguir de cerca uno de estos eventos, muy apreciado por los homenajeados por su calidez, frescura y espontaneidad tan típicas de los niños y jóvenes.
Y conversamos con Mariana, quien este año fue la encargada de darle la bienvenida a Kazuo Ishiguro, cuando el Nobel visitó Rinkeby. “Fue una experiencia muy bonita”, nos contó ella.
Por: Marisol Aliaga (texto y fotos)
Si hay algo que se pueda decir, sin correr el riesgo de generalizar, es que la gran mayoría de los galardonados con el Premio Nobel siguen manteniendo a su niño interior. El juego, la parte lúdica del ser humano parece ser un elemento muy fructífero, al momento de investigar o de crear.
Tal vez sea por esto, que los Nobel se sienten tan a sus anchas cuando visitan la escuela de Rinkeby, sin duda el evento más simpático entre la agitada agenda de los laureados en la capital sueca. Los niños, olvidándose de todo protocolo y solemnidad de otras actividades, son una verdadera inyección de alegría y espontaneidad, para los laureados.
Gracias a la amabilidad de la gestora principal de este evento, la escritora Gunilla Lundgren, Magazín Latino tuvo la oportunidad de estar junto a los niños, esperando el arribo de Kazuo Ishiguro.
Y la expectación era grande. Unos seis niños y niñas esperaban la llegada del literato, y se preguntaban cómo sería, con quien vendría y si llegaría en taxi o en el “auto Nobel”.
La respuesta la tuvimos pasadas las doce del mediodía, cuando el Nobel de literatura llegó en un sobrio coche de color gris con el logo Nobel en las puertas. Le acompañaban su señora, Lorna, y su hija, Naomi.
Mariana le dio la bienvenida a Kazuo Ishiguro.
Mariana Nicole Pereira Vargas, tiene 14 años y asiste a la clase 8 A, de la escuela de Rinkeby. Nació en Bolivia y llegó a Suecia a los dos años. Como los otros niños, habla español, sueco, inglés y un poco de francés. Con Kazuo Ishiguro fue fácil, porque todos los niños hablan inglés.
¿Cómo pensabas que iba a ser el encuentro con él, estabas nerviosa?
- Un poco nerviosa sí, porque él ha obtenido un premio tan importante, es un honor tener la oportunidad de poder conocerlo. Pero me pareció divertido, buena persona y muy amable. Hace chistes y uno se siente bien con él. Transmite buenas vibraciones, es una persona positiva.
¿Era más divertido que lo que parecía no?
- Sí. Cuando yo lo fui a recoger, lo primero que hizo al bajarse del auto fue hacer una broma. Hace chistes poquito a poco, y nosotros nos sentimos más cómodos con él, más en confianza.
¿Y qué te pareció que él dijera que esta visita le había gustado tanto?
- Bueno, uno se pone feliz de que le haya gustado lo que hicimos y, como ya hemos trabajado en esto durante medio año, siento que hemos cumplido nuestro objetivo, que él se sienta bien y que le guste. En otros años también les ha gustado mucho, y ese es nuestro objetivo. Él se sintió bien aquí y este encuentro con nosotros le gustó más que otras cosas, así es que nos puso muy felices a todos.
¿Cómo se prepararon ustedes y qué era lo principal que tenían que decirle a él, especialmente?
- Fuimos a distintos lugares, por ejemplo, cuando se hizo el anuncio donde dijeron quién había recibido el Premio Nobel de Literatura, estábamos en la Academia Sueca cuando Sara Danius anunció el premio, lo que también fue un honor. También hablamos con diferentes personas y visitamos lugares que tienen relación con el Nobel. Y, cuando supimos que era él, lo primero que hicimos fue ver sus libros, su biografía, para saber más de él. Vimos entrevistas con él y también leímos su libro “Nunca me abandones” (Never let me go).
¿Por qué eligieron justamente esa novela?
- Creo que es uno de los mejores que ha escrito, y también vimos la película. Tal vez es porque se trata de unos niños, como nosotros, pero ellos no viven mucho tiempo, se trata de clones. Y esa historia da mucha tristeza, pero al mismo tiempo nos hace ver que hay cosas por las que tenemos que estar felices, porque nosotros tenemos a nuestros padres – ellos no tenían padres – nosotros podemos elegir qué queremos ser, tenemos ese privilegio, mientras que ellos no podían elegir. Ellos nacieron para donar sus órganos… a nosotros también nos dejó muy pensativos.
¿Tal vez muy tristes?
- Sí, es una historia muy triste.
¿Y de qué conversaron cuando tomaron el té con él?
- Más que todo de si le gustó el acto. También le presentamos a todos nuestros profesores, para que cada uno de ellos lo saludara, y le preguntamos qué le había parecido esta semana.
¿Me imagino que vas a contarles a tus padres con lujo de detalles sobre este encuentro con Kazuo Ishiguro?
- Sí, les voy a decir que fue una experiencia muy bonita, y que también un gran honor. Además, fue divertido.
Ellos se habrán asombrado mucho, ¿no?
- Sí, pero también están un poquito acostumbrados, porque mis hermanos también han ido a este colegio y también han hecho lo mismo antes, entonces, es algo que ya ha pasado antes. Pero ahora me tocó el turno a mí.
¿Y te gusta la literatura, qué libros prefieres?
- Me gusta bastante, pero me cuesta encontrar buenos libros. Me gustan más los de fantasy, por ejemplo, uno que me gusta mucho The Maze Runner.
Durante el acto, varios niños hablaron sobre sus sueños. ¿Cuál es el tuyo?
- En realidad, no he pensado mucho en mi sueño aun, si veo una oportunidad de hacer algo grande lo tomaré, pero aún no tengo una idea clara de qué quiero ser cuando sea adulta. Pero eso ya lo veré [risas].
Mariana junto a Gunilla Lundgren.