El periodista Julian Assange y fundador de WikiLeaks continúa, hasta el día de hoy, privado de su libertad en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres. El delito que cometió fue lo que debiera ser el deber de todo periodista: contar la verdad.
El Presidente de México, Andrés M. López Obrador, le ofreció recientemente asilo en su país. Su madre, Christine Ann Assange, en una desgarradora carta abierta al mundo, expresó el dolor que le causa ver a su hijo “deteriorarse lentamente” al ser “sometido a crueles torturas psicológicas, en un intento de romper su inmenso espíritu”. Nos hacemos eco de su ruego.
Por: Marisol Aliaga.
Comienza un nuevo año en medio de una pandemia que no quiere soltar su presa: todos quienes habitamos el planeta Tierra. Porque el virus sars-cov2, más conocido como coronavirus, se ha extendido por todos los continentes del planeta, de ahí la denominación, pandemia.
Y en medio de los buenos augurios para este 2022, que esperamos – como siempre - sea mejor que su antecesor, pienso en alguien que no pasó esta Navidad ni este Año Nuevo con su familia, con sus dos hijos y con su novia, con quien espera, algún día, contraer nupcias. Tampoco lo pasó con su padre y su madre, quienes luchan incansablemente por la libertad de su hijo, Julian Assange.
Si a cada uno de nosotros - a unos más a otros menos - nos ha parecido una pesadilla estos dos años de pandemia, no puedo ni siquiera imaginarme lo que será pasarlo en una cárcel de máxima seguridad. Sin la posibilidad alguna de leer los diarios, de tener acceso a Internet, de recibir visitas, las que son cada vez menos frecuentes y bajo medidas más rigurosas.
También se me hace difícil imaginarme el calvario que debe significar el tener a un hijo en esa situación. Tal vez sea por ello que la carta de Christine Ann Assange me conmovió tanto, porque sé que una madre no se rinde nunca al ver el sufrimiento de su hijo o hija.
A su padre, John Shipton, tuve la oportunidad de conocerlo hace un par de años atrás, en un recorrido que hizo por países europeos, abogando por la libertad de Julian. También me conmovió, un señor alto y delgado, muy amable y de trato suave. Por eso me indigné cuando un columnista de Aftonbladet, al día siguiente, escribió un artículo donde se burlaba de este señor, y de todos quienes participamos en la reunión que la diputada Amine Kakavabeh organizó en el Parlamento sueco. Me pregunté cómo un periodista podía carecer de toda ética, tanto profesional como humana, al mofarse del dolor de un padre que lucha desesperadamente por su hijo.
Desde entonces, la prensa sueca me ha seguido desilusionando, sobre todo por la cobertura de la pandemia. Respecto al caso de Assange, el silencio ha sido atronador.
Julian Assange, por su parte, ha logrado sobrevivir a la extremadamente difícil situación orquestada por quienes quieren vengarse de él, por haber tenido la osadía de desvelar las atrocidades cometidas por USA en Iraq, con las filtraciones de WikiLeaks. Sin embargo, su deterioro físico y psíquico es evidente. Una buena noticia es que, en noviembre del año pasado se le dio la autorización para casarse con su novia y madre de sus dos hijos (concebidos cuando él estaba asilado en la Embajada de Ecuador en Londres), la abogada Stella Moris.
A continuación, la carta abierta de Christine Ann Assange para salvar la vida de su hijo, Julian Assange:
Hace cincuenta años, al dar a luz por primera vez como madre joven, pensé que no podía haber mayor dolor. Pero pronto se olvidó cuando sostuve a mi hermoso bebé en mis brazos. Lo llamé Julian.
Ahora me doy cuenta de que estaba equivocada. Hay un dolor mayor.
El interminable dolor desgarrador de ser la madre de un periodista galardonado con múltiples premios, que tuvo el coraje de publicar la verdad sobre los delitos gubernamentales de alto nivel y la corrupción.
El dolor de ver a mi hijo, que buscaba publicar verdades importantes, siendo difamado una y otra vez, a nivel mundial.
El dolor de ver a mi hijo, que arriesgó su vida para denunciar la injusticia, ser inculpado y privado del derecho a un juicio justo, una y otra vez.
El dolor viendo a mi hijo sano deteriorarse lentamente, debido a que se le negó la atención médica y sanitaria adecuada en años y años de prisión.
La angustia de ver a mi niño sometido a crueles torturas psicológicas, en un intento de quebrantar su inmenso espíritu.
La constante pesadilla de que sea extraditado a los Estados Unidos y sea enterrado vivo en total aislamiento por el resto de su vida.
El temor constante de que la CIA lleve a cabo sus planes de asesinarlo.
La ola de tristeza cuando vi su cuerpo frágil y exhausto desplomarse por un mini-derrame cerebral, en la última audiencia, debido al estrés crónico.
Muchas personas también han quedado traumatizadas, al ver a una superpotencia vengativa que usa sus recursos ilimitados para intimidar y destruir a un solo individuo indefenso.
Deseo agradecer a todos los ciudadanos decentes y solidarios que protestan globalmente contra la brutal persecución política que sufre Julian.
Por favor, sigan alzando la voz a sus políticos hasta que sean escuchados.
Su vida está en vuestras manos.
Christine Ann Assange
20-12-2021
La madre de Julian Assange, Christine Ann Assange. Foto: Twitter.
Julian Assange, cuando gozaba de libertad. Foto: Twitter.